…en una catedral gótica hay más números que oraciones?
Y ya es decir, ¿verdad? Las catedrales no eran solo templos religiosos, también eran laboratorios, museos y escenarios de historias curiosísimas que no te puedes ni imaginar. Los escolásticos —uno de sus máximos exponentes fue santo Tomás, filósofo, poeta, jurista y dominico del siglo XIII y una de las más grandes mentes de todas las épocas— pensaban que la geometría era un modo de establecer un vínculo entre los seres humanos y Dios, una ciencia sagrada. Se trataba de un planteamiento filosófico que buscaba entender racionalmente aquello que, por la fe, ha sido revelado. Esta misma observación de la naturaleza y rigor científico llevados a la arquitectura dieron como resultado construcciones complejas y refinadas, formalmente ambiciosas, a la vez que cargadas de intención simbólica (vamos, que no era cosa de echar solo unos números).
El arquitecto era considerado un imitador del Divino Maestro, Dios, y aparece ya aquí como científico que concibe la arquitectura como geometría aplicada donde dominan las teorías matemáticas y los sistemas de proporciones. La arquitectura se revelaba como una de las más complejas actividades de síntesis del pensamiento humano: una disciplina con un lenguaje propio que integraba el arte, la ciencia, el humanismo, la tecnología…